Las coincidiencias
En general, las coincidencias son grandes piedras puestas en el camino para que tropiecen con ella esa clase de pensadores que han sido educados para no saber nada de la teoría de las dos probabilidades, esa teoría a la cual las más gloriosas conquistas de la investigación humana están en deuda.
Dónde encontrar la verdad?
La
verdad no está siempre en el fondo de un pozo. En realidad, yo pienso
que, en cuanto a lo que más importa conocer, es invariablemente
superficial. La profundidad se encuentra en los valles donde la
buscamos, pero no en las cumbres de las montañas, que es donde la vemos.
Las variedades y orígenes de esta especie de error tienen un magnífico
ejemplo en la contemplación de los cuerpos celestes. Dirigir a una
estrella una rápida ojeada, examinarla oblicuamente, volviendo hacia
ella las partes exteriores de la retina (que son más sensibles a las
débiles impresiones de la luz que las anteriores), es contemplar la
estrella distintamente, obtener la más exacta apreciación de su brillo,
brillo que se oscurece a medida que volvemos nuestra visión de lleno
hacía ella.
Falsificar divinidades
La oscura divinidad no siempre podía estar con nosotros, pero podíamos falsificar su presencia.
Análisis vs Ingenio
El poder
analítico no debe confundirse con el simple ingenio, porque mientras el
analista es necesariamente ingenioso, el hombre ingenioso está con
frecuencia notablemente incapacitado para el análisis. La facultad
constructiva o de combinación con que por lo general se manifiesta el
ingenio, y a la que los frenólogos, equivocadamente, a mi parecer,
asignan un órgano aparte, suponiendo que se trata de una facultad
primordial, se ha visto tan a menudo en individuos cuya inteligencia
bordeaba, por otra parte, la idiotez, que ha atraído la atención general
de los escritores de temas morales. Entre el ingenio y la aptitud
analítica hay una diferencia mucho mayor, en efecto, que entre la
fantasía y la imaginación, aunque de un carácter rigurosamente análogo.
En realidad, se observará fácilmente que el hombre ingenioso es siempre
fantástico, mientras que el verdadero imaginativo nunca deja de ser
analítico.
El ánalisis
Las condiciones mentales que suelen considerarse
como analíticas son, en sí mismas, poco susceptibles de análisis. Las
consideramos tan sólo por sus efectos. De ellas sabemos, entre otras
cosas, que son siempre, para el que las posee, cuando se poseen en grado
extraordinario, una fuente de vivísimos goces. Del mismo modo que el
hombre fuerte disfruta con su habilidad física, deleitándose en ciertos
ejercicios que ponen sus músculos en acción, el analista goza con esa
actividad intelectual que se ejerce en el hecho de desentrañar. Consigue
satisfacción hasta de las más triviales ocupaciones que ponen en juego
su talento. Se desvive por los enigmas, acertijos y jeroglíficos, y en
cada una de las soluciones muestra un sentido de agudeza que parece al
vulgo una penetración sobrenatural. Los resultados, obtenidos por un
solo espíritu y la esencia del método, adquieren realmente la apariencia
total de una intuición.Esta facultad de resolución está, posiblemente, muy fortalecida por los estudios matemáticos, y especialmente por esa importantísima rama de ellos que, impropiamente y sólo teniendo en cuenta sus operaciones previas, ha sido llamada par excellence análisis. Y, no obstante, calcular no es intrínsecamente analizar. Un jugador de ajedrez, por ejemplo, lleva a cabo lo uno sin esforzarse en lo otro. De esto se deduce que el juego de ajedrez, en sus efectos sobre el carácter mental, no está lo suficientemente comprendido. Yo no voy ahora a escribir un tratado, sino que prologo únicamente un relato muy singular, con observaciones efectuadas a la ligera. Aprovecharé, por tanto, esta ocasión para asegurar que las facultades más importantes de la inteligencia reflexiva trabajan con mayor decisión y provecho en el sencillo juego de damas que en toda esa frivolidad primorosa del ajedrez. En este último, donde las piezas tienen distintos y bizarros movimientos, con diversos y variables valores, lo que tan sólo es complicado, se toma equivocadamente —error muy común— por profundo. La atención, aquí, es poderosamente puesta en juego. Si flaquea un solo instante, se comete un descuido, cuyos resultados implican pérdida o derrota. Como quiera que los movimientos posibles no son solamente variados, sino complicados, las posibilidades de estos descuidos se multiplican; de cada diez casos, nueve triunfa el jugador más capaz de concentración y no el más perspicaz. En el juego de damas, por el contrario, donde los movimientos son únicos y de muy poca variación, las posibilidades de descuido son menores, y como la atención queda relativamente distraída, las ventajas que consigue cada una de las partes se logran por una perspicacia superior. Para ser menos abstractos supongamos, por ejemplo, un juego de damas cuyas piezas se han reducido a cuatro reinas y donde no es posible el descuido. Evidentemente, en este caso la victoria —hallándose los jugadores en igualdad de condiciones— puede decidirse en virtud de un movimiento recherche resultante de un determinado esfuerzo de la inteligencia. Privado de los recursos ordinarios, el analista consigue penetrar en el espíritu de su contrario; por tanto, se identifica con él, y a menudo descubre de una ojeada el único medio —a veces, en realidad, absurdamente sencillo— que puede inducirle a error o llevarlo a un cálculo equivocado.
Edgar Allan Poe
No hay comentarios.:
Publicar un comentario